43 desaparecidos
“Pueblo Bello en Urabá. Ese lugar de nombre hermoso e historia terrible”.
“Él es mi hijo y yo soy la mamá, lo de nosotros no fue planeado. Creo que ninguno de nosotros estamos aquí por planeación, que quisiéramos venir a vivir acá a Suecia para tener una vida mejor. No. Fue una desesperación lo que nos trajo aquí”.
Conocí a Eloína y su hijo hace 15 años, cuando me tocó hacer un peritaje ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para evaluar el impacto psicosocial del caso de los 43 desaparecidos de Pueblo Bello en Urabá. Ese lugar de nombre hermoso e historia terrible. La desaparición forzada de una multitud. Cuando pienso en los números, me doy cuenta de que, por esas cosas de la vida que no sabemos bien cómo son, me tocó también trabajar con los familiares del caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa en México, años después.
Eloina tuvo seis hijos. Pero también crio tres más. En total nueve. Además, cuidó de los marranitos, la yuca y el plátano, una vida bien, con la increíble capacidad y amor de las mujeres campesinas. No había luz en Pueblo Bello en esa época, tampoco televisión, estamos en 1990. La guerrilla del EPL se llevó 42 vacas de Fidel Castaño, él organizó un operativo para llevarse del pueblo 42 hombres, meses después. Por el camino, pasaba un camión de fruta, y quien lo conducía fue el 43. También quemaron casas y negocios. Varios desaparecidos fueron arrancados de la Iglesia Evangélica, porque estaban en el culto de ese domingo en la noche. Esos paramilitares se llamaban ‘Los tangueros’. Más nombres. Por el camino de ida y de vuelta, los camiones en los que se llevaron a la gente pasaron por delante del destacamento militar. Cuento estos detalles no solo porque son parte de lo vivido, sino porque se pueden contar, como lo hace la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que condenó a Colombia por este caso. En otros casos del exilio, uno cambia aún nombres y lugares por el miedo.
Cuando los familiares llegaron a la base militar de San Pedro, a 40 minutos de Pueblo Bello, un teniente les dio la respuesta: “¿Ustedes qué buscan? Lo que hicieron fue cambiar gente por ganado”.
Gente por ganado. Gente por ganado. Puedes escuchar esa respuesta, que queda como un eco en silencio.
Cuando Eloína habla de la búsqueda incesante de sus seres queridos, repite una historia siempre diferente de los familiares, pero que tiene una cosa que todas las veces es igual, la búsqueda: “Nosotros, desde entonces, no queremos más sentarnos”.
Eso te da una idea de lo que supone la desaparición forzada, y a la vez es el mensaje que tenemos que asumir.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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