Dilema
“Hoy en Colombia, pandemia, transición, desaparecidos, líderes, acuerdo de paz, también convocan esa palabra: dilema. Pero no un dilema que se ve abocado a elegir entre dos tragedias, sino uno que ponga el proyecto de vida en el centro de la política”.
Los procesos de búsqueda de los desaparecidos, llevan décadas esperando su tiempo en Colombia, mientras los números de esas vidas perdidas iban subiendo. A trancas y barrancas, las organizaciones de familiares han empujado una memoria en estos años, que siempre está amenazada: por ese silencio del terror que impone su niebla, luego de esa búsqueda que te expone a la desidia y a los tantos cuerpos con huellas del maltrato; y después el silencio que termina imponiendo la distancia en el tiempo. La responsabilidad se ha puesto tantas veces encima de las familias: díganos donde buscar. A la escala masiva de que hablamos, las estrategias caso a caso tienen pocas oportunidades de encontrar y de saber el destino y el paradero, como señala la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas que habla de 100.000 personas.
Las verdades que buscan están en Colombia, pero los familiares también están fuera de esas fronteras, porque la persecución y el miedo los llevaron lejos. En el exilio laten también esos dolores y sus esperanzas. Con un pañuelo verde en el cuello y un libro de poemas, se hicieron presentes en el encuentro de hace unos meses de la Comisión de la Verdad. La desaparición forzada y esas otras formas de desaparición que se acumulan en las espaldas de las familias, buscan respuestas. Aunque la unidad de búsqueda tiene 20 años para hacer su trabajo, ese tiempo no es el que marca el ritmo de las familias. Los tiempos nacionales y los tiempos individuales casi nunca andan de la mano. Un proceso de transición política como el que Colombia necesita, abre un espacio para esos otros tiempos personales y familiares que nunca encontraron el suyo para hablar o para poder buscar con garantías.
Hay pacientes colombianos con coronavirus en algunas unidades de cuidados intensivos en varios países del mundo, como hay un exilio de familias que buscan a los suyos que también son invisibles. Las tragedias escandalosas y las silentes reclaman políticas con vigor. Tomarse en serio la paz grande que Colombia necesita, es lo que puede traer que los asesinatos de líderes no pasen ahora de puntillas, por estas realidades que nos tienen aislados. Esta necesaria conciencia en red es la que reclamaba Canetti, y se parece a esa persistencia de los familiares de desaparecidos que mantuvieron el cristal de masa de sus convicciones contra viento y marea, cuando todo parecía perdido, y un día se convirtieron en esa conciencia colectiva que nos moviliza.
Hace años, trabajando con las Mujeres de Negro en Serbia, una red de mujeres en contra de la guerra, entre las palabras incomprensibles de ese idioma eslavo había una que asomaba de vez en cuando en las conversaciones. Era la única que entendía: dilema. En la posguerra que se alargaba en el tiempo, y habláramos de lo que habláramos, dilema estaba invitada a participar. En el torrente de voces y debates de estas queridas mujeres, dilema, que comenzaba siendo una isla, se iba convirtiendo en archipiélago, donde a cada rato aparecían encrucijadas. Hoy en Colombia, pandemia, transición política, desaparecidos, líderes, verdades escondidas, acuerdo de paz, también convocan esa palabra: dilema. Pero no un dilema que se ve abocado a elegir entre dos tragedias, sino uno que ponga el proyecto de vida en el centro de la política, con todas sus aristas, que es lo que se necesita para la reconstrucción del tejido social.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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