El refugio y la denuncia
Los 90 fueron, para mí, los años de duelos interminables. Mataron a tal, desaparecieron a cuál, este está en la cárcel. Fueron los años del llanto.
A veces, en medio del desastre, hay cosas que se convierten en el centro de la reconstrucción. En el desastre por las inundaciones de Vargas en Venezuela en 1999, en La Guaira, el eje de la reconstrucción fue la escuela. Todo pasaba por allí, las clases, las bodas, las reuniones, los nacimientos. En medio de esta catástrofe política, María se aferró a algo que se convirtió en el centro para sobrevivir: denunciar. John Berger dice que en el mismo momento que se protesta tiene lugar una pequeña victoria.
Como parte de la campaña contra las minas antipersona, ella iba a veredas que estaban vacías, pueblos donde casi no había nadie. Además de minas, se encontró con la violencia contra las niñas, en La Dorada. También conoció las niñas prostituidas porque la base militar estadounidense, como otras muchas, tenía esos efectos que no son colaterales, sino sustanciales. Aquí, además, a los soldados no se les podía denunciar. Sin derecho a esa pequeña victoria.
Mientras ella se abrazaba a esa tarea difícil, para enfrentar otras complicadas, llegaron las amenazas, que también tienen enfoque de género. Dar donde más duele, ella lo aprendió sufriéndolas. Un día, llegó un tipo en moto con un sobre con una foto de sus hijos y un mensaje: “Les estás poniendo en peligro, ten cuidado”.
Cuando cuentas la historia de alguien en el exilio, hay un camino que se va dibujando, a veces poco a poco, a veces a bocajarro, que te lleva siempre a un punto de ruptura. Los caminos anteriores o los recorridos son distintos. El motivo también es diferente. Pero hay algo que tienen en común. Leyendo la vida de Víctor Jara, escrita por su compañera Joan, tuve la impresión de una historia que iba a un punto que todos conocíamos. ¿En qué página pasaría? En los testimonios con las víctimas, también hay un momento determinante, que marca la vida. Y está en algún momento de la conversación en Oslo, en Quito, en México o Toronto.
Ella, que se aferró a denunciar, un día, varios años después, en una clase en la universidad de Barcelona donde estudiaba, se dio cuenta de todo lo que le había pasado. Y eso tenía un nombre, refugiada, aunque no se reconocía en él. Ahora no necesita una palabra, se reconoce a sí misma, que es lo que cuenta.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
-
Temas Relacionados:
Comentar:
Otros artículos de este autor
Artículos destacados
-
ENCUENTROSDurante el 2020, la Comisión de la Verdad dio un salto importante frente a los avances en esclarecimiento, escucha y participación de las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género diversas.
-
RECONOCIMIENTO¿Qué pasó? ¿Dónde está? ¿Por qué? Son preguntas que se hacen con insistencia los familiares de desaparecidos que no cesan en sus esfuerzos por encontrar a sus seres queridos.
-
RECONOCIMIENTOEsta novela gráfica está basada en diferentes testimonios del Encuentro por la Verdad #ElCampoCuentaLaVerdad, que reconoció las afectaciones y el impacto del conflicto armado a la población campesina.