Gotitas de Flügge
En una guerra o en un contexto de represión política, las gotitas se extienden en discursos incendiarios o en señalamientos silenciosos, y contaminan al que van dirigidas o al que pasaba por allí.
Colombia es especialista en la estigmatización. Desde hace 60 años, y si tienes memoria incluso desde antes, el estigma de comunista ha operado como una forma de justificación, un tipo de desechable y un servicio a la patria. El estigma es esa marca moral negativa que supone que quien la usa contra otro tiene una moral superior y el crimen es menos crimen, es un servicio. La distorsión de la ética. El estigma de comunista se convirtió después en el de guerrillero, que es todavía más duro. Y así, se fue extendiendo como esas gotitas de Flügge que contagian gripas y virus al hablar o al toser. Carl Flugge era un bacteriólogo e higienista que demostró que incluso en un discurso tranquilo, las gotitas salen de la boca y se quedan en el aire un buen rato, y pueden transmitir algunas enfermedades. Investigó en condiciones que podríamos decir normales.
En una guerra o en un contexto de represión política, las gotitas se extienden en discursos incendiarios o en señalamientos silenciosos, y contaminan al que van dirigidas o al que pasaba por allí. No le transmiten enfermedades, sino marcas. Como la estrella amarilla de los judíos, en este país a los defensores de derechos humanos se les ha tildado de guerrilleros, esa antesala de la muerte. A los miembros de la Unión Patriótica eso los llevó al matadero. A Wilson, que era dirigente sindical, lo llevó al exilio: “Lo mío es una historia rosa, comparada con lo que han vivido otros compañeros, muertes, desapariciones, torturas”.
Me asombra siempre la capacidad de tantas víctimas de relativizar su propia historia comparándola con otros que lo pasaron peor. En psicología, se le llama a eso “comparación social ventajosa”, y es vista como un mecanismo de afrontamiento positivo. Pero a mí, llamarlo así siempre me pareció una forma de minimizar la generosidad de poner a los otros por delante.
A Wilson el exilio lo llevó a Chicago. Una de las primeras cosas que hizo, además de liberarse del peso de la amenaza, fue ir a la plaza donde se conmemora la masacre de los trabajadores que en su exigencia de la jornada laboral de ocho horas fueron asesinados en 1886. Un sindicalista en el diálogo con una placa de memoria de un hecho que dio lugar a la conmemoración del Día del Trabajo el primero de mayo. Aquellos obreros fueron tildados de anarquistas, que no solo es una tendencia política, sino un estigma, como comunista.
Para él, la vida es siempre una posibilidad aún en las peores condiciones. La organización que lo acogió en Estados Unidos no tenía psicólogos, pero tenía psicología, y ese colchón de respeto mutuo le hizo mucho bien. Lo que más duro que le dio en el exilio fue tener que estar lejos de otros colombianos, por si acaso. En una de las muchas conferencias que le llevaron a recorrer ese Estados unidos como una geografía de la solidaridad y no ya de la visión estereotipada que tenía del país, un colombiano que estaba en el público le echó de nuevo esas gotitas de Flügge que le habían llevado al exilio. Qué triste. Pero él había desarrollado mascarilla para ese estigma: “No me desanimé. Volví del exilio más tolerante, me había bajado la temperatura”.
Cuando le preguntamos qué le ayudó a superar todo eso, vuelve a sus orígenes. Un sindicato que se llame Sintrapopular, del que él venía, ya tiene varios puntos para inscribirse. El sindicato le posibilitó pensar más en los demás que en sí mismo. Pienso en esta y otras historias rosas, que son tan de verdad.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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