La indignación que moviliza
“El sindicato se movilizaba con cada asesinato. Se paraba la producción”.
Barrancabermeja es uno de los lugares más calientes del mundo. Así me lo pareció siempre. Fue uno de los primeros sitios que conocí de Colombia, donde los grados de calor se acompañaban con lo caliente que estaba la guerra en 1995. Existía un fuerte movimiento sindical y popular. Y era catalogado por la contrainsurgencia como zona roja. Como si todo estuviera determinado por su colorido nombre.
La matazón había empezado en el campo en los años 80, y cada vez más las marchas campesinas llegaban a la ciudad a denunciar los hechos que no se escuchan si no tienes un tímpano en el asfalto. Los primeros cuerpos bajaban por el río. Para recogerlos, la policía usaba unas palas curvas, una especie de cuchara con la que se recogían desde una lancha esos cuerpos hinchados que navegaban por las aguas anchas y profundas del Magdalena.
A él le había tocado ser dirigente sindical de la Unión Sindical Obrera (USO) después de que se dieran despidos masivos en la empresa. Le tocó asumir un liderazgo que años después le llevó al exilio. Pero en esa época mandaron 217 trabajadores a la calle. Hubo que hacer una caja de resistencia, una hucha donde se iban poniendo los días de salario para ayudar a los compañeros expulsados. Los que se quedaron como líderes tenían 25 años y poca experiencia. Como si te dan un bus lleno de gente y no sabes manejar. Un viejo amigo le dio el consejo que más le sirvió en todo ese tiempo: “Allá está todo –mostrándole las plantas de Ecopetrol- pues todos los trabajadores tienen un pedazo de la historia”.
Así tomó la decisión de ir a hablar con la gente, a cada parte de la empresa, meterse con ellos a charlar. En cada charla, alguno de los trabajadores se acordaba de una historia, de cómo habían resuelto aquel problema aquella vez. Así, grupito a grupito, entrando hasta dentro, fue rescatando experiencias e ideas para reconstruir el sindicato. El sindicato se movilizaba con cada asesinato. Se paraba la producción. Así, uno tras otro, como mi padre que se indignaba sin cansarse, cada vez que veía esa serie de injusticias que habita en las noticias de la televisión.
Era la estrategia de la parálisis.
Parar era la forma de movilizar esa conciencia indignada que tanto necesitamos para el Nunca Más.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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