Los dos tiempos, Eduardo y el insilio
“Un aniversario paradójico, en el que su ausencia nos recuerda que siempre nos acompaña su presencia”.
En una conversación hace unos años en Madrid, España, Darío Fo, escritor y bufón italiano premio Nobel de Literatura, decía que una de las conquistas del poder ha consistido en convertir la historia en un armario lleno de polvo por el que nadie se interesa. Sin embargo, los pueblos han tenido maneras de rehacerse a base de reconstruir sus propias historias. Colombia ha convertido la historia en algo inexistente, hasta hace poco, del currículum escolar. Y la no repetición en este país depende de que se asimile un pasado de terror que se niega a ser pasado todavía.
El éxodo forzado por la violencia de muchos pueblos ha sido parte de su historia. Ese exilio conlleva también lo que en esta mañana de telediálogos en tiempos de pandemia, Bety llama el insilio. Cuando vas metiéndote en el dolor y la experiencia de la gente, aparecen nuevos matices y desafíos, cosas en las que nunca has pensado si no lo has vivido. El insilio se refiere a los familiares afectados por el exilio de sus familiares, pero que se quedaron aquí. Los dos tiempos de este tipo de confinamiento: los que tuvieron que irse expulsados por el peligro de muerte, y los que se quedaron y tuvieron que vivir con esa ausencia.
Como el malo de las películas vuelve a la escena del crimen para borrar las huellas, el exiliado y el insiliado vuelven a muchos lugares en donde estaban juntos. Las huellas de ese impacto solo se asimilan visitándolas y hablando con ellas. De una forma más amplia, si Colombia no visita las huellas de su historia, incluyendo las que están frescas de ayer, va a seguir estando exiliada de sus propias raíces y repitiendo lo que nosotros llamamos “factores de persistencia” del conflicto armado.
La historia de los excluidos debe ser parte de esa verdad, de una historia que no habite en el armario, sino que sea como ese pájaro frágil, cálido que tiembla entre las manos, del que hace ahora veinte años nos hablaba Eduardo Galeano en Guatemala. Hoy hace cinco que nos dejó y su ausencia, en este 13 de abril, es un tipo de insilio de los que nos quedamos, y de sus palabras con las que aprendimos a tomar conciencia. Un aniversario paradójico, en el que su ausencia nos recuerda que siempre nos acompaña su presencia.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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