En la subregión del Canal del Dique existieron una serie de alianzas entre actores armados y no armados que propiciaron la llegada del conflicto a la mayoría de los territorios que articulan la subregión. Estas alianzas se concentraron en permitir que los intereses principalmente económicos, aunque en ocasiones también políticos de los diversos actores participantes de las alianzas avanzarán y se consolidarán. En otras palabras, las estructuras armadas incursionaron en la subregión no con el propósito definido de enfrentar a un enemigo específico, u otro actor armado con el cual existiera una disputa militar, sino para ejercer un control armado del territorio y así beneficiar económica y/o políticamente a los actores que crearon las alianzas.
La Comisión de la Verdad pudo establecer esto después de sistematizar la escucha realizada en los territorios, principalmente de comunidades negras, las entrevistas y reconocimientos de los responsables de la estructura armada que incursionó en las comunidades, y avanzar en la recopilación de las fuentes secundarias y judiciales relacionadas con la subregión del Canal del dique.
El accionar del Frente Canal del Dique entre los años 1998 y 2005 sobre el territorio generó daños e impactos en las formas de organización propias de las comunidades, en sus prácticas culturales, en el territorio ancestral y en los ecosistemas de toda la subregión.
El comisionado Leyner Palacios resaltó que este proceso de reconocimiento en el Canal del Dique también demostró la resistencia de estas comunidades al afrontar tanta violencia y aseguró que para la Comisión esto es un sinónimo de esperanza “porque es posible caminar y construir un país en el que haya paz”.
Al pasar los años, las poblaciones de ese territorio han sufrido innumerables situaciones “tremendamente deshumanizantes”, las cuales han sido narradas al equipo de Dirección Étnica de la Comisión en medio del trabajo por esclarecer la verdad. En ese proceso las comunidades han expresado, con temor, que todavía existe el drama de la desaparición forzada y que “han visto alrededor de ocho cadáveres diarios rodar por el Canal del Dique y se ha limitado la posibilidad de hacer el ritual cultural para despedir esas almas”.